Julia Urquidi falleció ayer a los 84 años, víctima de una complicación respiratoria.
Nacida en Cochabamba en 1926, Julia Urquidi fue la primera esposa del novelista arequipeño. Se casó a fines de los años 50 con Vargas Llosa pese a la oposición unánime de su familia, pues ella, divorciada, era diez años mayor que Mario, entonces de 19, y también su tía política.
Su historia de amor quedó inmortalizada en el libro La tía Julia y el escribidor, publicado en 1977 y ambientado en La Paz. En él, Varguitas basa un personaje en su amada tía-esposa y retrata al radialista Raúl Salmón como creador de las más populares radionovelas de la época.
Sin embargo, la versión de los hechos de Vargas Llosa no convenció a Urquidi, quien decidió escribir su verdad en el relato Lo que Varguitas no dijo, publicado en 1983. Para entonces el matrimonio de la tía Julia y Varguitas era ya historia.
A principios de los 60, la pareja dejó La Paz para radicar en París, luego de pasar una temporada en Madrid, donde el entonces prometedor escritor tenía una beca para un doctorado. Según contó Urquidi en Lo que Varguitas no dijo, la ruptura fue repentina. Mario, por carta, le confesó que estaba enamorado de Patricia, sobrina carnal de Julia y quien es hasta ahora su esposa.
Tras la decepción, Urquidi se refugió en la casa de sus padres, en la ciudad de Cochabamba. Allí trabajó como secretaria privada de la esposa del general René Barrientos, entonces vicepresidente de Bolivia. Después se fue a Lima y en los 70 regresó al país para ser secretaria de la primera dama durante el Gobierno de Banzer. También fue jefa de protocolo de la Alcaldía de La Paz. Entretanto, contrajo matrimonio por tercera vez.
Sus últimos días los dedicó a la lectura y a obras de caridad. Según sus familiares, no tenía resentimientos hacia escritor que la convirtió en personaje literario. En una entrevista durante la fallida tentativa presidencial de Vargas Llosa, Julia declaró a El Comercio. “A Mario no le guardo ningún rencor; ¿por qué? Cada uno tiene derecho a escoger su vida. Me hubiera gustado más honestidad, porque se hubieran evitado muchos problemas y sufrimientos”.
Fuente: Editorial Casatomada
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